Tema: «Id y haced discípulos a todos los pueblos» (cf. Mt 28,19)
Himno: Esperança do Amanhecer (Esperanza del amanecer)
La JMJ del 2013 fue la ocasión para que el mundo conociese más de cerca al papa Francisco, el nuevo pastor de la Iglesia católica. Subrayó la disponibilidad y la acogida que Jesús reserva a todos, mientras tengan el corazón abierto y dispuesto al encuentro con él. Una vida caracterizada por el amor, la paciencia y la espera es fundamental para construir una sociedad distinta y mejor, aquella que deseaba Pablo VI en la clausura del Concilio Vaticano II. Benedicto XVI, en el Mensaje para esta Jornada Mundial de la Juventud, recordaba las palabras de Pablo VI dirigiéndose a los jóvenes: «Sois vosotros los que vais a recoger la antorcha de manos de vuestros mayores y a vivir en el mundo en el momento de las más gigantescas transformaciones de su historia. Sois vosotros quienes, recogiendo lo mejor del ejemplo y las enseñanzas de vuestros padres y maestros, vais a formar la sociedad de mañana; os salvaréis o pereceréis con ella». La invitación es por tanto a construir una sociedad mejor, capaz de dar el justo y limitado peso al materialismo y a reconocer el valor absoluto del amor, único camino para construir la unión entre las personas, «La salvación de la humanidad y la salvación de cada uno de nosotros están en juego». Y de ahí la exhortación final: «nunca olvidéis que el primer acto de amor que podéis hacer hacia el prójimo es el de compartir la fuente de nuestra esperanza […]. No tengáis miedo de proponer a vuestros coetáneos el encuentro con Cristo. Invocad al Espíritu Santo: Él os guiará para poder entrar cada vez más en el conocimiento y el amor de Cristo y os hará creativos para transmitir el Evangelio».
Durante la vigilia, el Papa Francisco animó a los jóvenes presentes diciendo: «Queridos jóvenes, por favor, no balconeen la vida, métanse en ella, Jesús no se quedó en el balcón, se metió; no balconeen la vida, métanse en ella como hizo Jesús».
Tema: «Vosotros sois la sal de la tierra… Vosotros sois la luz del mundo» (Mt 5, 13-14)
Himno: Lumière du Monde (Luz del mundo)
En su mensaje, el papa hizo una comparación entre la sal y el bautismo. Del mismo modo que la sal sazona y dar sabor a los alimentos, «por el bautismo, todo nuestro ser ha sido profundamente transformado, porque ha sido «sazonado» con la vida nueva que viene de Cristo (cf. Rm 6, 4)». La sal se usa para dar sabor, y también para conservar los alimentos; del mismo modo nuestro bautismo da identidad al cristiano y hace que ésta se consolide en el tiempo, haciéndo que el cristiano sea capaz de comprender y de responder a la llamada de Dios. El Papa invitò a los jóvenes a descubrir la historia de la Iglesia y las raíces cristianas de la civilización. Les invito a seguir a los testigos de la fe, teniendo en cuenta la vida de apostolado a la que todo criatiano está llamado. La luz también tiene una gran fuerza evocativa en relación con la vida cotidiana y con toda la historia de la humanidad. El Papa repitió una imagen simbólica a la que se había referido en la JMJ de Roma en el 2000: les dijo a los jóvenes que fueran “centinelas de la mañana”, aquellos «que anuncian la llegada del sol que es Cristo resucitado!». La santidad es la meta que san Juan Pablo II les propuso a los jóvenes, porque «la santidad da pleno sentido a la vida, haciéndola un reflejo de la gloria de Dios».
Tema: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5,7)
Himno: Błogosławieni miłosierni (Misericordia y perdón)
Queridos jóvenes, ¡finalmente nos encontramos! Son las primeras palabras del Papa Francisco a los 700 mil jóvenes de la JMJ, agradeciéndoles la calurosa acogida en la explanada de Blonia en Cracovia. El Papa rinde homenaje a san Juan Pablo II, en su tierra natal, quien «soñó e impulsó estos encuentros. Desde el cielo nos está acompañando viendo a tantos jóvenes pertenecientes a pueblos, culturas, lenguas tan diferentes con un sólo motivo: celebrar a Jesús, que está vivo en medio de nosotros». En uno de los puntos centrales el Papa se ha detenido en la fuerza de los jóvenes que se oponen a los «quietistas» que dicen que «nada puede cambiar». Pero el Papa les pregunta: «Las cosas, ¿se pueden cambiar?», e invita a los jóvenes a responder con fuerza.
Más de un millón y medio de jóvenes de todo el mundo y de fieles polacos participaron en la vigilia y en la misa de clausura de la JMJ en la gran explanada de Wieliczka.
El Papa inicia la vigilia del sábado retomando las palabras de un joven de Siria, Rand, que participa en la JMJ y pide oraciones por su país. «Nosotros no queremos vencer el odio con más odio, vencer la violencia con más violencia, vencer el terror con más terror. Nosotros hoy estamos aquí porque el Señor nos ha convocado. Y nuestra respuesta a este mundo en guerra tiene un nombre: se llama fraternidad, se llama hermandad, se llama comunión, se llama familia».
En la homilía de la misa, el Papa envía a los jóvenes del mundo, como discípulos y testigos de la misericordia de Dios, fortificados con esta experiencia y con el Evangelio de Jesús como “navegador” por los caminos de la vida. «Puede que os juzguen como unos soñadores» pero «la Iglesia hoy os mira ‒ diría más: el mundo hoy os mira». No a los «jóvenes-sofá» y al «sofá-felicidad», sí a los «jóvenes con zapatos». «Instalad bien la conexión más estable», la memoria de Dios «no es un «disco duro» que registra y almacena todos nuestros datos, su memoria es un corazón tierno de compasión, que se regocija eliminando definitivamente cualquier vestigio del mal».
Tema: «He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38).
Himno: Hágase en mí, según tu palabra
«Ustedes, queridos jóvenes, no son el futuro […] ustedes jóvenes son el ahora de Dios». Son las palabras de Papa en la homilía de la Misa de clausura de la JMJ de Panamá, en presencia de 700 mil jóvenes. «Jesús los convoca, los llama […] a ponerse de pie […] y poner en acto el sueño con el que el los soñó». Francisco ha insistido en la relación entre el presente y el futuro. Dirigiéndose a los jóvenes les ha dicho que estén atentos a no considerar la vida como una promesa que vale solo para el futuro y nada tiene que ver con el presente» «como si ser jóvenes fuera sinónimo de sala de espera de quien aguarda el turno de su hora. Y en el «mientras tanto» de esa hora, les inventamos o se inventan un futuro higiénicamente bien empaquetado y sin consecuencias, bien armado y garantizado y con todo «bien asegurado»». Para el Papa esto es la «ficción» de la alegría, una forma de tranquiliarles y de adormentarles para que no hagan ruido, «para que no se pregunten ni nos pregunten, para que no se cuestionen ni nos cuestionen; y en ese “mientras tanto” sus sueños pierden vuelo, se vuelven rastreros, comienzan a dormirse y son “ensoñamientos” pequeños y tristes tan solo porque consideramos o consideran que todavía no es su ahora; que son demasiado jóvenes para involucrarse en soñar y trabajar el mañana».
Esto no puede ni debe ser así, ha dicho el Papa: «Uno de los frutos del pasado Sínodo fue la riqueza de poder encontrarnos y, sobre todo, escucharnos. La riqueza de la escucha entre generaciones, la riqueza del intercambio y el valor de reconocer que nos necesitamos, que tenemos que esforzarnos en propiciar canales y espacios en los que involucrarse en soñar y trabajar el mañana ya desde hoy».
También la JMJ hay que vivirla así. Todos estos días de forma especial ha susurrado como música de fondo el hágase de María. Ella no solo creyó en Dios y en sus promesas como algo posible, le creyó a Dios, se animó a decir “sí” para participar en este ahora del Señor».
Al final el Papa ha preguntado: «¿quieren vivir la concreción de su amor? Que vuestro “sí” siga siendo la puerta de ingreso para que el Espíritu Santo nos regale un nuevo Pentecostés, a la Iglesia y al mundo».