
¿Cómo nacen las Jornadas Mundiales de la Juventud? Dos citas especiales y una carta son la premisa. El primer encuentro es el Jubileo Internacional de los Jóvenes, que se celebra en Roma, en la Plaza de San Pedro, del 12 al 14 de abril de 1984, durante el Año Santo extraordinario de la Redención.
Una procesión de antorchas a lo largo de la Via della Conciliazione abre el Jubileo para los jóvenes. Unos 60.000 se reúnen en la Plaza de San Pedro para la inauguración de las celebraciones de su Jubileo. «Acoged la alegría, la libertad y el amor de Jesús», les dice el Santo Padre.
Dos días después, de nuevo en la plaza de San Pedro, acuden más de 300.000 jóvenes para celebrar su Jubileo con el Papa. «Eliminad el mal, elegid la vida», dice el Papa invitando a los jóvenes a encontrar en el Redentor la fuerza para conducir a la humanidad al inicio del tercer milenio.
Unos días después, el 22 de abril, en la clausura del Año Santo, el Papa entrega a los jóvenes la gran cruz que había presidido las ceremonias jubilares en la Basílica de San Pedro: «Queridísimos jóvenes, al clausurar el Año Santo os confío el signo de este Año Jubilar: ¡la Cruz de Cristo! Llevadla por el mundo como signo del amor del Señor Jesús a la humanidad y anunciad a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención». Un gesto sencillo, concreto, pero lleno de consecuencias y valor simbólico: la cruz se coloca en el centro de la vida de los jóvenes, se convierte en la cruz de los jóvenes. Con este gesto inicia una historia que esta estrechamente entrelazada con la de las Jornadas Mundiales de la Juventud, pero que al mismo tiempo tiene una vida autónoma y extraordinaria. Desde entonces esa Cruz ha dado varias veces la vuelta al mundo y ha presidido los grandes encuentros de los jóvenes con el Papa.
Síntesis elaborada sobre la base de la ficha publicada por frontierarieti.com, órgano de la Diócesis de Rieti