Częstochowa, Polonia (1991)

En el mensaje del 15 de agosto de 1990, el Papa les habló a los jóvenes de la «perspectiva vertiginosa» que tiene delante todo creyente, un reto único e increíble que hay que ver con entusiasmo y esperanza. «Según el designio divino hemos sido llamados a ser hijos de Dios en Cristo, por medio del Espíritu Santo […]. Dejad que este santo asombro os invada e inspire, en cada uno de vosotros, una adhesión cada vez más filial a Dios, nuestro Padre». He aquí la vertiginosa perspectiva, «ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero por voluntad de Dios» (Ga 4, 6-7).

Es la llamada a la santidad de vida que los jóvenes recibieron en la JMJ de 1991, una idea esencial en la vida del cristiano, que se realiza en un proyecto capaz de ir más allá de la esfera personal e íntima, colaborando en la construcción de una sociedad justa y solidaria, en la que sea  posible la convivencia fraterna entre los pueblos y «que derribe toda barrera de indiferencia y de odio».

En el mensaje del Papa no faltó una importante referencia a la Virgen Negra de Czestochowa: «¿Dónde se puede aprender mejor qué cosa significa ser hijos de Dios sino a los pies de la Madre de Dios? María es la mejor Maestra […]. ¿Dónde, sino en su corazón maternal, se puede guardar mejor la herencia de los hijos de Dios prometida por el Padre?».

En la Plaza de San Pedro, el 24 de marzo de 1991, domingo de Ramos, algunos meses antes de la JMJ polaca, san Juan Pablo II, recordando a los jóvenes la cita mundial, subrayó que haber recibido el Espíritu en el bautismo «nos compromete a acoger con sentido de responsabilidad toda la herencia encerrada en la filiación divina que se nos ha dado en el bautismo. Esta herencia comprende, asimismo el amor recíproco, el sentido de la solidaridad y la pasión por la paz».

Todas las intervenciones del Santo Padre: https://www.vatican.va/gmg/years/gmg_1991_sp.html

Síntesis elaborada sobre la base de la ficha publicada por frontierarieti.com, órgano de la Diócesis de Rieti