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JMJ 2016: por una ecología integral
Manifiesto de los jóvenes de la JMJ 2016 – Cracovia
1. Por una alianza renovada entre la humanidad y el medio ambiente.
Nosotros, los jóvenes de la JMJ de Cracovia, hacemos nuestro el llamamiento que el Papa Francisco lanzó al mundo con la encíclica Laudato si’: ¿cómo es posible pretender construir un futuro mejor sin pensar en la crisis ambiental y el sufrimiento de los excluidos? (LS 13).
El desafío ecológico que vivimos y sus implicaciones humanas nos conciernen a todos, pero nos afectan especialmente a los jóvenes. Lo que está sucediendo en nuestra «casa común» no nos es indiferente, pues estimaciones y análisis científicos muy serios convergen en denunciar la gravedad de la degradación de los sistemas naturales que los seres humanos necesitan para vivir. La tierra clama por el mal causado por el uso irresponsable y egoísta de los dones de Dios: por un lado, tenemos la contaminación masiva, la proliferación de residuos, la escasez de agua potable, la pérdida de biodiversidad y la emergencia climática; Por otro lado, presenciamos el creciente deterioro de la calidad de vida de muchos de nuestros hermanos y hermanas, ya que la desigualdad global también produce degradación social y una cultura del descarte. Creemos que, ante el deterioro global del medio ambiente, lo más necesario es la “transformación del corazón” (LS 218). Si realmente queremos construir una ecología integral, que nos permita reparar todo lo que hemos destruido, no bastan las soluciones científicas, técnicas o políticas: necesitamos la sabiduría, la fuerza y la esperanza que brotan de una visión renovada de la relación entre la humanidad y el medio ambiente. El “Evangelio de la creación” contenido en la Biblia —pero también la sabiduría de otras tradiciones y religiones— nos invita a considerar el mundo como un jardín que hay que “cultivar y cuidar” (Gn 2,15) y el medio ambiente como “un bien colectivo que hay que proteger, cuidar y preservar. Esto implica una relación de reciprocidad entre los seres humanos y la naturaleza” (LS 67), junto con el destino común de los bienes de la tierra. Creemos que el cuidado del mundo también concierne al patrimonio histórico, artístico y cultural, y por lo tanto requiere «el protagonismo constante de los actores sociales locales, partiendo de su propia cultura» (LS 144), para promover el trabajo como camino de responsabilidad, compromiso con el desarrollo y construcción del futuro, contrarrestando la tendencia a imponer «un estilo de vida hegemónico vinculado a un modelo de producción».
2. Nos comprometemos, junto con todos los jóvenes.
Estamos convencidos, junto con el Papa Francisco, de que todos pueden y deben hacer algo. Por eso, queremos, ante todo, asumir compromisos concretos para continuar la gozosa experiencia de la JMJ y retomarla en nuestra vida cotidiana. Nos comprometemos a renovar el diálogo a todos los niveles: necesitamos una confrontación que nos una a todos, como enseña la encíclica dirigida a cada persona que habita el planeta, para tomar conciencia de los problemas «para comprender no solo los síntomas, sino también las causas más profundas» (LS 15), «cada uno con su propia cultura y experiencia, sus propias iniciativas y capacidades» (LS 14). Nos comprometemos, en particular, a cultivar la relación entre la ciencia y la religión, convencidos de que sus respectivos y diferentes enfoques de la realidad pueden entablar una relación intensa y fructífera (LS 62). Nos comprometemos a emprender una conversión ecológica como fraternidad hacia las criaturas, «entre las que se encuentra nuestra tierra oprimida y devastada, que constituye nuestro hogar común, con la que compartimos nuestra existencia y que es como una hermosa madre que nos acoge en sus brazos» (LS 1). Nos comprometemos a buscar vías para un «desarrollo prudente de la creación» (LS 124), convencidos de que «el Señor de la vida […] nunca nos deja solos […] y su amor siempre nos lleva a encontrar nuevos caminos» (LS 245). Nos comprometemos a experimentar e implementar una ecología integral, construyendo redes comunitarias capaces de fomentar la cultura de la solidaridad con «gestos cotidianos sencillos en los que rompemos la lógica de la violencia, la explotación y el egoísmo» (LS 230). Nos comprometemos a adoptar un estilo de vida diferente, más sobrio y abierto al asombro y la admiración por la creación, siguiendo el ejemplo de san Francisco de Asís, «místico y peregrino que vivió inseparablemente su preocupación por la naturaleza, su generosa sencillez hacia los más pobres, su compromiso con la sociedad y su paz interior» (LS 10). Nos comprometemos a reconocer y proteger la dignidad única del ser humano, convirtiéndonos en instrumentos de reconciliación y superando la frustración, la resignación y el desinterés.
3. Pedimos a los poderosos de la Tierra.
Nos sentimos obligados y con derecho a instar a los gobiernos, los medios de comunicación, los empresarios y las organizaciones internacionales a que hagan su parte con valentía y determinación. Invitamos a los gobiernos, las organizaciones internacionales y el mundo empresarial a buscar, junto con nosotros, los jóvenes, otras maneras —más equitativas y sostenibles— de gestionar la economía y promover el desarrollo, y a «perseguir prioritariamente el objetivo del acceso al empleo para todos» (CIV 32). Pedimos a todos los que ocupan cargos políticos y administrativos que reconozcan el sentido humano de la ecología y el valor de cada criatura, porque este es el principio de la justicia intergeneracional y el principio del bien común. Pedimos a los gobiernos y a las empresas que renuncien a la explotación indiscriminada de los recursos naturales y que actúen con responsabilidad para proteger nuestra casa común, sin ceder a la dictadura del lucro inmediato. La creación es un don que hay que proteger. Otros nos la han dado y tenemos la responsabilidad de transmitirla a quienes nos suceden. Hacemos un llamamiento a todas las personas de buena voluntad para que promuevan vías de diálogo sobre el medio ambiente en la política internacional: debates sinceros y honestos que se complementen, en la política nacional y local, con acciones oportunas y eficaces para salvaguardar el planeta. Necesitamos buenos acuerdos globales que luego se cumplan a nivel legal, político y económico. Queremos información completa y procesos de toma de decisiones transparentes respecto a las intervenciones en los recursos naturales, las tecnociencias y la defensa del trabajo, para que podamos estar al tanto de lo que sucede, apoyar las buenas prácticas y luchar contra los intereses de los grupos de poder que destruyen irracionalmente las fuentes de vida (véase LS 107, 135).